Brave entra en el terreno de la navegación con agentes de IA, aunque lo hace con un enfoque claramente conservador. La función acaba de llegar a su canal Nightly y se presenta como una prueba controlada, no como una apuesta definitiva.
El agente de IA puede activarse manualmente desde brave://flags, buscando la opción “Brave AI Browsing” y reiniciando el navegador. Una vez habilitada, la IA se utiliza desde el chat de Leo para realizar tareas dentro del navegador.
El elemento central del diseño es el aislamiento. El agente no trabaja sobre el perfil habitual del usuario, sino dentro de uno independiente, con almacenamiento propio. Cookies, sesiones, caché y otros datos de navegación quedan fuera de su alcance, lo que reduce el riesgo de filtraciones.
Esta decisión responde a uno de los principales problemas de la IA agentica: las inyecciones indirectas de instrucciones. Son comandos ocultos en páginas web que pueden engañar al agente para ejecutar acciones no deseadas o revelar información sensible. Google ya ha señalado este punto como uno de los mayores desafíos en navegadores con IA, y Brave asume que aún no existe una solución perfecta.
Para añadir una capa extra de control, Brave utiliza un segundo modelo que revisa el trabajo del agente principal y comprueba si sus acciones se ajustan a la intención del usuario. Este verificador no tiene acceso al contenido de las páginas, lo que lo protege frente a manipulaciones externas. El sistema se apoya además en reglas internas de seguridad y en el modelo híbrido Sonnet de Claude, diseñado para escenarios con agentes.
Durante la ejecución de tareas, el usuario mantiene el control total: puede observar lo que hace la IA en tiempo real, pausarla o detenerla en cualquier momento. Brave insiste en que no registra ni conserva datos, no entrena sus modelos con información de los usuarios y mantiene activas las protecciones habituales del navegador, incluido el bloqueador de anuncios.
Más información: brave.com
